La gran combinación cromática
Las especies caducas desarrollaron un mecanismo de protección y ahorro de energía muy eficiente, la caída de la hoja, y antes de que se produzca este fenómeno tenemos una oportunidad estupenda para disfrutar de las diferentes gamas de colores otoñales que encontramos en este majestuoso parque.
La gama de colores amarillos será el comienzo, por ejemplo, en los chopos o álamos negros (Populus nigra) que habitan en el paseo del mismo nombre y en el abedul (Betula pubescens subsp celtibérica) situado en la Avda. de Alemania. A lo largo de esta Avenida, el color verde de la Sequoia (Sequoiadendron giganteum) hace contraste con los marrones del Ciprés de los pantanos (Taxodium distichum) y de los castaños de Indias (Aesculus hippocastanum) que además llenan los suelos con sus frutos, comúnmente conocidas como “castañas pilongas”, ya que estas no son comestibles.
Y continuamos con otro de los colores por excelencia, el rojo, el cual aporta una gran belleza en especies como los Robles palustres (Quercus palustris) presentes en el paseo de la Herradura o en los preciosos tupelos (Nyssa sylvatica) situados entre la zona de juegos y el paseo de Julio Vallaure.
La recolección de frutos, es otra de las características del otoño debido a la maduración de los mismos. En las parcelas cercanas a la portada de la antigua iglesia de San Isidoro, hay una buena muestra de frutos rojos con unas características peculiares, como es el caso de los falsos frutos que rodean la semilla de los Tejos (Taxus baccata), los frutos del Rusco (Ruscus aculeatus) apoyados en una hoja “falsa” que cumple la función fotosintética, y otros más comunes como los que produce el espino albar (Crataegus monogyna). Las bellotas de
las encinas (Quercus ilex) y los hayucos (Fagus sylvatica) ya están maduros y listos para comer, para aquel que lo desee...
Pero también tenemos lugar para el juego, ya que los frutos (bisámaras) de los arces (Acer pseudoplatanus) están diseñadas para facilitar su dispersión por el viento.
Lánzalas al aire y ¡verás cómo vuelan!