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En el siglo XII, el decreto del papa Lucio III tuvo una gran importancia en la evolución de la Inquisición Medieval que se realizaba con el fin de conseguir confesiones, como método de prueba y para determinar la veracidad o falsedad de una acusación y la culpabilidad o inocencia de una persona.

Los procedimientos de tortura más empleados por la Inquisición fueron:

  • El tormento de la garrucha consistía en colgar al reo del techo con una polea por medio de una cuerda atada a las muñecas y con pesos atados a los tobillos, ir izándolo lentamente y soltar de repente, con lo cual brazos y piernas sufrían violentos tirones y en ocasiones se dislocaban.
  • La toca, también llamada «tortura del agua», consistía en atar al prisionero a una escalera inclinada, con la cabeza más baja que los pies e introducir una toca o un paño en la boca a la víctima y obligarla a ingerir agua vertida desde un jarro para que tuviera la impresión de que se ahogaba.
  • El potro donde el prisionero tenía las muñecas y los tobillos atados con cuerdas que se iban retorciendo progresivamente por medio de una palanca.

En las plazas públicas populares, los métodos de tortura más utilizados eran el Cepo y la Picota, los cuales no tenían por qué acabar con la vida del ajusticiado, sino más bien, humillarlo públicamente.

La tortura fue abolida en España por la Constitución de Bayona de 1808.