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En medio de una existencia vulgar sin imágenes amables, la fiesta urbana en la Edad Media significaba un paréntesis. Las fiestas eran fundamentalmente religiosas y la mayoría se relacionaba con los ciclos agrarios que marcaban la vida de los habitantes urbanos.

La celebración del Carnaval y otros espectáculos burlescos resultaron contrarios a la norma opresiva, porque daban lugar a una interpretación libre de la vida que se entendía como fuente de emancipación.

Cualquiera que fuera el origen, todas ellas eran momentos de socialización y creación de fuertes lazos, que marcaban las estaciones y casi siempre se vivían en el exterior de las humildes viviendas, en las calles.

Rasgo particular de las celebraciones ovetenses en la Edad Media y celosamente exigida por el concejo urbano fue la participación de las cofradías

En la ciudad medieval, cualquier acontecimiento de carácter extraordinario y excepcional era digno de celebración, como las victorias militares y las buenas nuevas llegadas desde la Corte así como todos los acontecimientos personales vinculados con la casa real dignos de ser festejados.