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Trabajan el hierro en unos talleres conocidos como Herrerías, donde tienen un horno para calentar el hierro hasta que se vuelve incandescente “al rojo vivo” para poder moldearlo. Por ello suelen ser talleres oscuros para poder ver el color del hierro, que pasa de rojo a anaranjado y amarillo. El color ideal para el forjado es el blanco-anaranjado.

También necesitan grandes martillos para golpear y moldear (forjar) el hierro sobre el yunque.

En la Edad Media e incluso en la época romana, existían también lo que conocemos como Fragua, un Ingenio hidráulico necesario para trabajos de gran tamaño como las ruedas de los carros de caballos, que aprovecha la fuerza de los ríos para poner en marcha el mecanismo que mueve enormes y pesados martillos (en algunos caso de más de 500 kilos). La finalidad era transformar los tochos (lingotes de hierro) en láminas. Una transformación prioritaria que suponía un gran ahorro de tiempo y esfuerzo antes de pasar a rematar manualmente todo tipo de utensilios

En Oviedo, el gremio de ferreros, estaba concentrado en la calle Ferrería que actualmente es la calle Mon, aunque más tarde se trasladaron a extramuros, a fin de proteger la ciudad del peligro de incendio.