Domingo 17 de marzo. 12:30h

Mesa redonda

CíberCentro de la Lila | Salón de Actos

Entrada libre hasta completar aforo

Ponentes: Carlos Carlos Losilla (ensayista y crítico de cine), Federico Volpini (guionista, escritor y director de Audiodrama Colectivo), Isabel Ruiz Lara (actriz y directora/presentadora de Tres en la carretera de Radio 3) y Eva Güimil (escritora, productora y articulista). Moderadora: Carolina Sarmiento (periodista y escritora).

Ahora que tanto se habla de “humor incómodo”, cabría preguntarse si reír no ha sido siempre una provocación. Y también si hacerlo en una sala de cine no ha resultado igualmente embarazoso ya desde los inicios de ese arte. Reír en la oscuridad, mientras miramos cuerpos que solo existen como sombras y en compañía de personas a las que ni siquiera conocemos, ya tiene algo de inquietante. Y si a eso le añadimos que la risa puede proceder de la caída que sufre algún personaje, de los porrazos que recibe o de la tarta que le estalla en plena cara, a la inquietud se le unirá la crueldad. En ese momento, si nos preguntan “¿y usted de qué se ríe?”, puede que la sonrisa se nos congele en los labios.

Desde el periodo mudo, pues, reírse en un cine puede provocar remordimiento y embarazo. Y también que se nos acuse de insensibilidad o incluso que se ponga en duda nuestro sentido de la moral o nuestras convicciones políticas. ¿Cómo podemos reírnos de películas que abordan, por ejemplo, la cuestión del nazismo y el holocausto, esos temas tan serios? Y sin embargo lo hicieron maestros del humor como Chaplin, Lubitsch o, más recientemente, Roberto Benigni. ¿Eran unos desalmados? ¿Lo es el cine que se entrega al humor negro, como sucedió en la Europa sometida al poder soviético o en los Estados Unidos de los 70, cuando se derribaron los últimos tabúes sexuales? ¿Y qué pasa en la actualidad? ¿Es posible aún la risa en el cine de ahora, en un mundo tan tenso y susceptible como el del siglo XXI?

Estas son las preguntas a las que intentará responder este coloquio –y el ciclo de películas que hemos programado-- en el convencimiento de que reír es siempre un gesto subversivo, un acto de liberación.